Un artista danés ha trabajado con un equipo de ingenieros a fin de crear una escultura singular independiente creada con acero que actúa a modo de cápsula del tiempo y es capaz de soportar la presión y las condiciones del fondo marino.
La obra de Kristian von Hornsleth, la Estrella de Veijle, forma parte de un par de revolucionarias esculturas de 10 m3. Una se ubica en la pequeña ciudad llamada Veijle, en Dinamarca, mientras que la otra se encuentra unos 11 km bajo el nivel del mar a las afueras de las costas de Guam.
La escultura ubicada en lo profundo del mar ha sido diseñada para actuar como unidad de preservación del ADN y estará operativa por al menos 10 000 años. Hornsleth recibió contribuciones de ADN de más de 3000 personas de todo el mundo que se mantendrán seguras dentro de la estructura de la segunda escultura.
Esta superficie externa de acero inoxidable, construida mediante nanoingeniería, hace que la superficie de la escultura no interactúe con, ni contamine, el entorno natural, a la vez que se garantiza la integridad de la estructura, protegiendo así el cargamento de ADN.
Construida con estructura y acabado de un acero inoxidable resistente a la corrosión, la escultura constará de un cofre sellado que contendrá muestras de sangre y pelo y preservará su brilloso acabado por milenios.
La exigencia de longevidad extrema que presenta el proyecto instó a Hornsleth a consultar con un equipo de ingenieros, dado que el artista insistía en que los contenidos de ADN deberían permanecer utilizables para posibles fines de clonación en un futuro distante.
“Quiero monumentalizar nuestro miedo a la muerte, darle esperanza a la gente. Sabrás que hay una pieza de ti en el océano que seguirá allí cuando tú partas”, dice Hornsleth. Esta combinación de consideraciones artísticas y científicas prácticas dio lugar a un singular grupo de desafíos.
La estructura de tubos de acero inoxidable con pulido electrolítico de la escultura le hace inmune a la corrosión por al menos 10 000 años
Alrededor de 11 km bajo la superficie, las condiciones en el fondo de la fosa de las Marianas, la más profunda de su tipo en todo el mundo, son extremas. La presión del agua es 1000 veces mayor que al nivel del mar, no obstante lo cual se puede hallar vida allí, pues se han descubierto formas de vida microbianas e incluso algunas especies de peces al fondo de la fosa.
Esta sorprendente abundancia de vida fue una parte esencial de los intercambios sostenidos entre el equipo de ingeniería de Hornsleth y el departamento de geología de la universidad de Guam, dado que era esencial que el Deep Storage Project (Proyecto de Preservación en lo Profundo) no causara ningún daño en el entorno natural de la fosa de las Marianas.
Al final, el equipo acordó que se tratara de una "estructura de tubos de acero inoxidable con pulido electrolítico sellada de forma hermética", lo cual garantizaría que no se produjera ninguna corrosión ni erosión en el vacío de oxígeno del fondo de la fosa y, por tanto, no perjudicando el entorno local.
El pulido electrolítico retira la capa externa del acero inoxidable valiéndose de una solución electroquímica que elimina cualquier contaminante que halle en ella, así como microrrajaduras u otras posibles imperfecciones de la superficie que perjudicarían la longevidad y el rendimiento.
Esta superficie externa de acero inoxidable, construida mediante nanoingeniería, hace que la superficie de la escultura no interactúe con, ni contamine, el entorno natural, a la vez que se garantiza la integridad de la estructura, protegiendo así el cargamento de ADN.
El acabado perfectamente suavizado evitará que cualquier forma orgánica de vida se prenda y adultere el acabado, lo cual, dice Hornsleth, permitirá que sea muy fácil descubrir la escultura y su contenido y volver a retirarla a la superficie, aun tras haber permanecido por milenios en lo profundo.
El futuro puede ser incierto, pero hay una cosa de lo que podemos estar seguros: el poder de resistencia del acero que hizo posible contar con este singular monumento al ingenio humano.